En los últimos años, la discusión en torno a la nomenclatura utilizada para diagnosticar dificultades del lenguaje ha cobrado relevancia en el ámbito educativo y clínico en Chile. Particularmente, la mesa técnica de profesionales asistentes de la educación del Ministerio de Educación ha propuesto una actualización en la clasificación diagnóstica del Trastorno Específico del Lenguaje (TEL), sugiriendo adoptar el término establecido por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, en su quinta edición (DSM-5): Trastorno del Lenguaje (TL).
Esta propuesta se sustenta en una serie de argumentos que buscan alinear la práctica nacional con criterios internacionales, facilitar el trabajo interdisciplinario y mejorar la identificación y atención de los estudiantes que presentan esta condición.
Persistencia del trastorno y coherencia clínica
Una de las principales razones para adoptar la nomenclatura del DSM-5 radica en que este define el Trastorno del Lenguaje como una condición persistente en el tiempo. Esta definición resulta coherente con la evidencia clínica observada en la práctica fonoaudiológica nacional, donde se constata que muchos estudiantes diagnosticados con TEL mantienen dificultades lingüísticas a lo largo de su trayectoria educativa. En este sentido, el término utilizado por el DSM-5 refleja con mayor precisión la naturaleza del trastorno.
Continuidad en la caracterización de síntomas
Otro aspecto relevante es que la caracterización de los síntomas del TL en el DSM-5 es muy similar a la realizada previamente bajo la categoría de TEL. Esto facilita la transición a la nueva nomenclatura, ya que no implica una modificación sustancial en los criterios clínicos utilizados por los profesionales, lo que favorece su comprensión y aplicación en contextos educativos y de salud.
Reconocimiento del criterio profesional del Fonoaudiólogo/a
El DSM-5, en su apartado B para el diagnóstico de TL, enfatiza la importancia de considerar las limitaciones funcionales que presenta el estudiante en su comunicación efectiva, participación social y logros académicos o laborales. Este enfoque reconoce que el diagnóstico no debe basarse exclusivamente en pruebas estandarizadas, sino que requiere una mirada integral que valore el juicio clínico del fonoaudiólogo/a. De esta manera, se fortalece el rol profesional de quienes trabajan directamente con niños, niñas y adolescentes en contextos educativos.
Pesquisa temprana y apoyo oportuno
Finalmente, el apartado C del DSM-5 señala que los síntomas del Trastorno del Lenguaje se manifiestan en las primeras etapas del desarrollo, lo que respalda la necesidad de una pesquisa temprana. Detectar oportunamente estas dificultades permite implementar apoyos adecuados desde los primeros años escolares, especialmente en estudiantes del segundo ciclo de educación básica, mejorando así sus posibilidades de progreso académico y desarrollo integral.
Síntesis
La propuesta de actualización diagnóstica impulsada por la mesa técnica del Ministerio de Educación representa un avance significativo en la atención a estudiantes con dificultades del lenguaje. Adoptar la nomenclatura del DSM-5 no solo alinea a Chile con estándares internacionales, sino que también permite ofrecer una respuesta educativa más precisa, temprana y ajustada a la realidad de quienes enfrentan este tipo de barreras en su proceso de aprendizaje.